Mi camino de Diógenes al minimalismo

Ya empecé mal cuando, al dejar la casa de mis padres, me llevé un montón de cosas de más y aun así les dejé el doble de efectos personales inservibles. Y es que siempre le he dado mucho valor emocional a los objetos. ¿Sabes eso de guardar la entrada del cine de aquella vez tan especial que fuiste con el chico que te gustaba? Pues así pero con todas las entradas, billetes de transporte público, envoltorios de caramelos, etc. y, cómo no, objetos más sustanciales como todos los juguetes que has tenido alguna vez, todos los apuntes de cuando estudiabas, todos los regalos que has recibido, todas las cosillas que conservas de tus anteriores parejas, y así. Lo estoy escribiendo y me está dando vergüenza reconocer lo mal que estoy.

O quizá sea mejor decir "estaba". Sí amigos, estoy en proceso de conversión en una persona mejor y menos enferma. No hay nada que dos mudanzas seguidas (a pisos cada vez más pequeños) no curen.

No me ha quedado más remedio que deshacerme de infinidad de cosas porque, al final, eran ellas o yo: no cabíamos todos. Resulta que, en estas condiciones, es más fácil reconocer como basura aquello que lo es. Y a lo que no es basura pero ya no uso se le puede dar otro destino. Esto último es un pensamiento que me motiva mucho, porque me parece un crimen llenar el medio ambiente de objetos que puede usar otra persona, y porque le quita peso a la despedida emocional: mi X va a estar mejor con alguien que lo use.

El otro destino en realidad pueden ser tres destinos distintos:

  • Textiles inutilizables (como prendas viejas o ropa interior usada): al programa de recogida de ropa de H&M. Recogen y reciclan textiles para darles nueva vida. Yo misma tengo un pañuelo suyo de poliéster reciclado. En los últimos años se han unido otras marcas, pero H&M te da un vale de 5€ para gastar en tienda por cada bolsa que les lleves, y yo compro mucho en H&M.
  • Prendas, libros y objetos en muy buen estado: he procurado vender todos los que he podido. He usado Wallapop, Facebook Marketplace, Chicfy y La casa del Libro. También lo intenté con Vinted y Fnac pero no conseguí hacer ni una sola venta ahí. En Chicfy sólo se puede vender ropa y calzado, y he podido comprobar que el tipo de público es muy diferente al de Wallapop. En este último hay un ambiente de mercadillo, donde puedes subir fotos cutres y la gente regatea. En Chicfy tienes que poner una foto mínimamente decente o te comes los mocos. Vendí muy pocos artículos y eso que el precio muchas veces era el más bajo que me permitía la aplicación. En total llevo recaudados 527€ en ventas. Todavía sigo vendiendo algunas cosas en Wallapop, pero hace poco cerré la cuenta de Chicfy y toda la moda que todavía no había vendido pasó al siguiente punto.
  • Todo lo demás: donaciones. Los libros han ido a la biblioteca municipal. La ropa, el calzado y los juguetes, a una asociación benéfica o al programa de recogida de ropa de Zara. Lo que no correspondía a estas categorías, se quedaba junto al contenedor por si alguien que pasaba lo quería recoger.
Revisando los datos de ventas me sorprendo de la cantidad que he conseguido a base de ventas que muchas veces no llegaban ni a los 5€. Eso también me da una idea de la cantidad de tiempo que he tenido que invertir en conversaciones estúpidas y paseos. Luego con ese dinero se pueden hacer muchas cosas. Por ejemplo, puede ser un buen aliciente para no llenar tu casa hasta los topes si quieres seguir comprando más de lo mismo. Se puede reinvertir en otro tipo de gasto que tiene más sentido para ti en el momento actual (por ejemplo, vendo la videoconsola y compro una cuna). Yo lo que he hecho es meterlo en la hucha para las donaciones a ONGs. Cuando empecé con esto me lo propuse como un objetivo de Cuaresma y lo he mantenido así porque me gustó el concepto: yo me curo de mi Diógenes y otros reciben aquello que necesitan. Hasta ahora he donado 510€ del dinero recaudado con las ventas, por lo que todavía me quedan 17 euretes para las campañas navideñas.

Todavía estoy lejos de decir que soy minimalista, pero cada vez estoy más cerca y, aunque no sea realmente el objetivo, he de decir que sienta muuuuuy bien liberarse de tanta carga.

Viaje a Ámsterdam

Hemos pasado unos días en Ámsterdam los cuatro: marido, hija de 12 años, hija de 10 meses y yo.

A los dos adultos nos gusta visitar los sitios de vacaciones a saco: ver todo lo que hay que ver, comer lo que se come ahí, patear las calles y empaparnos de museos. Sin embargo, esta vez íbamos sin muchas expectativas, porque con la de 12 más o menos se puede llegar a un compromiso, pero con el bebé era todo nuevo y no sabíamos qué iba a ser de nosotros.

Nos hicimos con un onbuhimo para portear fácilmente en cualquier situación, y nos regalaron un abrigo especial para porteo, y la verdad es que fue todo un acierto. Yo acabé fatal de un hombro porque mi espalda está hecha una pena, y M acabó hartita de estar colgada, pero por lo demás todo fueron ventajas. Ir con el carrito por todas partes habría sido un engorro, especialmente por esas escaleras empinadas que usan allí. El onbu se coloca en un momentito, sin arrastrar colas por el suelo ni nada. Y además cargas el peso en los dos hombros. Quizá si M ya supiera caminar hubiera sido otra cosa, porque la habríamos dejado en el suelo de vez en cuando, pero dado que sólo gatea, había pocos sitios donde la podíamos dejar a su aire.

Hay que reconocer que las dos niñas se portaron y pudimos hacer un montón de cosas. Por las tardes, a eso de las 19:00, ya estábamos de vuelta en el hotel y cenábamos con provisiones que compramos en un super el primer día de estar allí. Algún día también hicimos descanso en el hotel a la hora de comer. Por cierto, nos alojábamos en el Hotel Alp, que tiene una ubicación muy buena y un personal muy muy atento.

Llevábamos una larga lista de cosas que queríamos hacer si se podía, y cubrimos bastantes:

Tour gratis de Sandemans

En realidad no es gratis, sino que tú decides lo que pagas al final de la visita. Lo hemos hecho en otras ciudades y siempre ha sido excelente. Nos aseguramos de hacerlo el primer día para tener una panorámica mental de la ciudad y aprovechar mejor el resto del viaje. En esto tuvimos mala suerte porque el guía que nos tocó no cumplió nuestras expectativas...

Paseo en barco por los canales

La idea era hacerlo también cuanto antes por dos razones: por la misma que el tour gratis, y porque la previsión de lluvia era menor los primeros días. Sin embargo, lo fuimos postergando porque resulta que en estas fechas es el Light Festival y había cruceros al caer la noche para ver las luces. Si el crucero normal no lo regalan, este cuesta el doble o más, pero por otro lado era tentador... Cuando por fin nos decidimos por el normal a la luz del día, habíamos visto ya tanto la ciudad que no parecía tener sentido pagar los tres billetes por volver a verlo todo desde más abajo. Así que al final no lo hicimos, una desilusión :/

Mercadillos navideños

No hay :( Bueno, hay uno en un pueblo, pero ya está. Coincidió que Sinterklaas repartía los regalos un día de los que estábamos allí, pero tampoco vimos que hubiera nada especial en el ambiente o en las calles.

Museo de Van Gogh

Que no el museo de la oreja de Van Gogh, como D lo llamaba al principio. No teníamos entradas ya compradas porque en esta época del año no es necesario. A mí no me gusta Van Gogh especialmente y no era un museo tan divertido para niños como otros, por lo que al final lo descartamos.

Museo de ciencias NEMO

Este sí que está orientado especialmente a los niños, y los mayores también lo disfrutamos mucho. Además de la exposición normal, pudimos ver una demostración y D y yo echamos un rato en un taller de engranajes.

Museo de los canales (Het Grachtenhuis)

Que no os engañe su nombre: no trata de los canales. Quizá peque de ingeniera, pero esperaba que me contaran cómo habían conseguido plantar una ciudad en un lodazal. En realidad, de lo que más te hablan es de la casa en la que se encuentra. Eso sí, muy bonito y audiovisual todo, a D le encantó.

Casa de Ana Frank

Como hay que comprar las entradas con antelación, esto era innegociable. Íbamos a leer también el diario pero al final yo no lo hice. Raúl dice que eso que he ganado. La visita nos gustó mucho porque te plantea la evolución de la situación familiar como la de todo el pueblo judío de la ciudad y sin ser especialmente cruda, de modo que se puede ir perfectamente con niños.

Museo marítimo nacional (Scheepvaartmuseum)

Aquí nos entró la sensación de ser el Banco de España y ya no nos la pudimos sacudir, porque las entradas para cualquier cosa son bastante caras, cada vez que íbamos a algo eran 2 adultos + 1 niño, y aquí entramos exclusivamente para ver un barco, que además era una réplica. Aun así, creo que valió la pena porque estaba muy bien montado y resultó muy curioso.

Biblioteca central (OBA)

Desde aquí se puede ver la mejor panorámica de Ámsterdam. O eso dicen, porque nosotros fuimos cuando ya estaba oscuro. Echamos un rato largo en la sección infantil, donde las niñas se lo pasaron muy bien.

Molinos y ovejas en Amsterdam-Noord

Yo pensaba que con coger un tranvía valía y luego resultó que había que contratar una excursión (que nos sobran los billetes, oiga). Así que al final decidimos que no íbamos. Y luego, cosas del azar, nos perdimos un poco cogiendo un tranvía que no era y acabamos a los pies de uno. ¡Qué suerte!


Otros puntos de interés

Pasamos por el mercado de las flores, la plaza de Rembrandt, la plaza Dam, la Curva de Oro, muchos puentes y muchas callejuelas que al final siempre iban a dar al mismo sitio. Menos mal que compramos billetes para 4 días de transporte urbano.

Me da un poco de pena que por la falta de planificación (forzosa) no hayamos podido aprovechar mejor el tiempo y los recursos, pero es una ciudad muy bonita que me ha encantado visitar, con niñas y todo.